lunes, 17 de junio de 2013

AMOR

AMOR


Contrariamente a lo que muchos creen, el corazón piensa. 
Sí, el corazón tiene vida propia porque el corazón es el alma de nuestro ser.
En el corazón yacen nuestros más profundos sentimientos y emociones, 
aquellos que guardamos tan celosamente por miedo a que nos hagan 
daño, por miedo al dolor… Así pues, hay quien dice que el amor duele pero… 
¿es realmente así?
No, el amor no puede doler precisamente porque es amor. 
Lo que duele son las expectativas que a veces proyectamos hacia ese amor, 
ya sea, de la pareja, de los padres, de los hijos, de los amigos, etc.
La mayoría de nosotros no hemos aprendido todavía a amar sin esperar nada a cambio. 
«A priori» amamos incondicionalmente pero cuando el corazón «duele» nos dice con 
ese dolor que nuestras expectativas de reciprocidad, de reconocimiento, de gratitud, etc. no
 han sido respondidas.
Este dolor no nos hace mejores ni peores, no es un indicativo de que no seamos sinceros
 al amar, de que seamos egoístas, todo lo contrario, ese dolor nos indica que todavía no 
estamos listos para amar incondicionalmente, que todavía nos queda un poco por aprender.
Y ¿cómo se aprende a amar incondicionalmente, sin esperar absolutamente nada a cambio?
 Pues, se aprende amando, se aprende conectando con nuestro corazón y dejando 
que se exprese libremente, que actúe, que sienta. Se aprende fluyendo desde la sinceridad, la 
emotividad, la sencillez, la humildad, la empatía que anidan en nuestro corazón.
No es fácil pero tampoco es difícil, simplemente es. Debemos aprender a ser nosotros 
mismos, con nuestras virtudes y nuestros defectos porque si hay algo que hace grande al ser
 humano es su capacidad para sentirse orgulloso de ser como es y de aprender de sus errores,
 apostando por el cambio y por el crecimiento del ser.Debemos dejar que lo mejor de nosotros
 salga a la superficie, debemos aprender a protegernos desde el amor porque nuestro
 mejor escudo protector es nuestra sinceridad y lealtad hacia nosotros mismos, 
siendo auténticos y no buscando el reconocimiento de nadie más que el nuestro.
Debemos aprender a mirar la realidad a través de los ojos del amor porque hay amor 
en todo lo que nos rodea, en las flores, en las plantas, en el mar, en la música, en las 
escenas cotidianas, en absolutamente todo lo que nos rodea porque el amor «está en el aire»
 sólo hay que respirarlo, escucharlo, olerlo, tocarlo, degustarlo… ¡Sentirlo!

Montse Macanás

1 comentario:

  1. Me encanta lo que has escrito, espero que en breve pueda disfrutar de ese amor incondicional.
    Gracias por todo.

    Ana N.

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